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Relato de Across Andes 2023 x Fernando Campos / Gravel Academy




Coyhaique 6 de la mañana, inicia la carrera que partió hace 1 año, Across Andes Patagonia verde 2023. Tocaba ejecutar lo aprendido y entrenado en el transcurso de 1 año: Gravel punks: DNF, Brevet 200 yerba Loca: Finisher, Brevet 400 Tunquen: DNF (atropellado: pérdida de la bicicleta y cuerpo policontuso), Saga 150: Finisher y Gravel coast 240: Finisher; debía juntar las experiencias ganadas de estos aciertos y fracasos para sacar lo mejor posible de lo que resultaría una tarea titánica pero que con corazón y mente sacaríamos adelante.


Previo a la carrera y esa misma mañana todos teníamos la misma pregunta, pensando en el clima que se nos aproximaba: ¿Será suficiente el equipo que llevo? ¿la tecnología de la ropa aguantará? Ese día estaba parcialmente nublado, a ratos un sol que hacía que el calor fuera agobiante, muchos en el camino debieron sacarse capas, otros abrirse sus chaquetas, todos pensando en un clima hostil que se nos aproximaba, por mientras aprovechamos esta ventana de buen clima y un gravel de primer nivel camino a el Blanco donde haríamos la primera parada para abastecernos ya que en los próximos 160km prácticamente no tendríamos donde hacerlo. Seguimos avanzando, a esta altura de la carrera se veía mucha gente por todas partes y avanzamos a un ritmo tranquilo hasta llegar a Coyhaique alto, donde ya la escasez de agua se hacía notar y no era seguro tomar desde cualquier vertiente, el ganado y lo mineralizada tierra no lo hacía seguro.


Desde este punto el clima comenzó a empeorar, el frio comenzaba a sentirse, la lluvia comenzó a caer y el CP1 aún estaba a más de 80 kilómetros, desde aquí el factor clima se hizo parte de la ecuación, avanzar lo restante con lluvia lo hizo una tarea complicada, comenzamos a ponernos toda la ropa técnica de lluvia la cual nos resguardo un tiempo de esta pero como todo en la vida nada es infalible, termino cediendo ante la inclemencia del frio y la lluvia, lección: no hay goretex que aguante más de 3 horas bajo la lluvia. Avanzamos, nos encontramos con algunos corredores en el camino, el frio estaba calando fuerte en algunos, mi ropa si bien estaba mojada me permitió mantener el calor en el cuerpo, lo cual me salvo hasta llegar a Ñirehuao. Llego me recibe Pia de One drop y me dice: “llegas con muy buena cara, eso! Mantente fuerte” Entre al lugar de resguardo y me doy cuenta porque me dijo aquello.


Había mucha gente, resguardándose de la lluvia, intentando secar su ropa y comer algo para reponer fuerzas, la lluvia y la noche no me permitió avanzar pese a estar completo físicamente mi guata me decía que era mejor refugiarse. Dentro del recinto, estábamos seguros de la lluvia e incluso de la nieve que se dejó caer por algunos sectores.





Se escuchaban muchas conversaciones, algunos querían seguir, otros retirarse, por lo que el fantasma del retiro hizo su aparición, luego de meditarlo pensé: “No saco nada con preocuparme ahora, lo mejor es intentar dormir, mañana con la cabeza más fría lo veré”. Me despierto, ya con la cabeza tranquila y pienso: “Debo seguir, vere pueblo a pueblo como avanzar”, me pongo a hablar con algunos que ya tenían la decisión tomada. Se retiraban algunos compañeros y otros al igual que yo decidieron seguir, afirmando más aún mi decisión, al final si llegaba a pasar algo no estaríamos solos, aquí se formaría un grupo con Felipe, Francisco y Rulo. Que nos transformaríamos en compañeros en la larga travesía que nos restaba, lo cual nos permitió ir más seguros e ir buscando comida y alojamiento pueblo a pueblo por el cual pasábamos.Abandonamos Ñirehuao camino a Mañihuales, la ropa que dejamos secando en la noche no logro secarse por completo, por lo que la segunda muda fue necesaria, empezamos el camino con una pequeña ventana de sol tipo 7 de la mañana para tomar un camino rodador con dos subidas bien pronunciadas, aquí nos mojamos hasta el alma, el viento y el frio hicieron lo suyo por lo que vimos necesario parar si o si en Mañihuales para secar ropa y conseguir un plato caliente de comida. Encontramos el hostal Ruta 7 que amablemente nos acogieron y nos prepararon un almuerzo. Llegando las 4 de la tarde, planificamos la ruta, ese día el objetivo sería Villa Amengual y dormir en la casona del Bosque ubicada en el siguiente pueblo y comer bien. En total ese día haríamos unos 120km aproximadamente con una lluvia que no daba tregua. Llegamos a villa Amengual y decidimos planificar la ruta, sabíamos que no podríamos hacer nuevamente una distancia tan conservadora, por lo que el objetivo para el siguiente día sería llegar a PC2 y abrochar la carrera. Esto incluía, pasar por la cuesta Queulat, Puyuhuapi, la Junta y llegar a lago Verde, estamos hablando de un poco más de 220 km con bastante gravel.Llegando la mañana siguiente siendo las 5:00 am nos levantamos, aún llovía sin tregua alguna, pero el pronóstico indicaba que esta bajaría y nos tocarían chubascos aislados en la ruta, la mente estaba clara y el objetivo era certero, a la conquista del CP2.


Enfrentamos Queulat que resulto ser bastante amigable ya que la ida se encuentra pavimentada, llegando a la Cima luego de 500 metros de escalada, comenzaba la diversión, el lado norte del Queulat se encontraba sin pavimentar por lo que nos toco una bajada bastante entretenida de tierra, tomamos camino a Puyuhuapi entre cemento y tierra llegando al pueblo aproximadamente a las 12 del día, nos sentamos en un lugar a comer unos completos y tortas para luego continuar nuestro rumbo con una ruta pavimentada hasta la Junta. Paramos en la Copec de la junta por mas comida, ya que sabíamos que lago Verde era una ruta de 4 horas de puro gravel sin nada para abastecerse. El principio de la ruta tenia un ripio suelto, que requería bastante pierna para poder pedalearlo, fueron aproximadamente 7 km para luego llegar a un gravel de maravillas, bastante escalador pero que a la vez resulto ser rodador. Pasaban las horas y avanzábamos, hasta que nos adentramos en la noche y desde lejos se veían las luces de lago Verde, con un plano espectacular por lo que nos pusimos en posición para ocupar las aerobarras y en cuestión de unas pedaleadas llegamos al pueblo, a diferencia del CP1, aquí pudimos secar nuestras ropas y los locales tenían comida para abastecernos, decidimos buscar alojamiento y dormimos en el pueblo, esa noche la misión fue descansar bien, ya que el objetivo de conquistar CP2 un día antes del cierre se había cumplido.Al día siguiente despertamos a las 8am, para tomar un rico desayuno campestre preparado por la dueña del lugar donde nos quedamos, una maravilla, para luego emprender nuestro rumbo hacia la Junta, el camino de vuelta era algo en bajada por lo que se hizo bastante rodador y las escaladas se hicieron cortas. Llegando a la Junta tipo 13 horas, nos abastecimos y decidimos tomar un día tranquilo, ya que no debíamos llegar a puerto Balmaceda debido a que este CP se había cerrado por el mal tiempo. Decidimos aprovechar este ventaja y llegar de vuelta hasta Puyuhuapi que nos acogería aquella noche, comimos bien y decidimos descansar para tomar la decisión de al día siguiente llegar a meta, lo cual sería enfrentar un poco más de 200 kilómetros con bastante gravel.Nos esperaba el último día de la larga travesía, descansamos y comimos bien, tomamos desayuno y el estomago empieza a comportaste extraño, decido no darle mucha importancia ya que en mi cabeza solo estaba el llegar a meta, emprendimos el rumbo a las 6am para enfrentar lo que sería la cuesta mas larga de la travesía, el Queulat pero por tierra, una subida de 9km con 500 metros de ascenso en tierra, la cual la tome a ritmo tranquilo pero consistente, coronamos la punta del Queulat y sentíamos que la pega estaba lista. Nos dirigimos camino a Amengual, sin saber que desde aquí la ruta para mi sería luchar contra mi estomago que no me permitiría comer nada mas y solo podría tomar agua, por lo que mi ritmo decayó, la cabeza comenzó a nublarse con ideas hasta que tras una que otra parada lograba sentirme mejor, solo pensaba en que debía llegar ese día, tanto trabajo no podría desecharlo, por lo que este sentimiento fue mayor al dolor y decidí seguir y seguir, no tengo mucha claridad de como iba ni de cuanto avanzaba, solo me concentre en pedalear hasta llegar a Mañihuales, nos detuvimos en la Copec, recargo de agua y digo, quedan los últimos 70km, tomo unos medicamentos y ya con el estomago un poco mas en control emprendimos rumbo a la meta. Saliendo de Mañihuales, nos toca un viento en contra en la carretera que realmente había que pelear contra el, seguimos avanzando luchando contra el viento hasta llegar al desvío hacia villa Ortega, aquí comenzaba la tierra, unas subidas que si bien no eran las mas duras de la carrera eran en línea recta por lo que sentías que no terminaban nunca, para evitar fatigar más aún la cabeza solo pedaleaba estas rectas mirando el piso orillado en el camino y escuchando música, llegamos a villa Ortega y comenzaba un tramo de cemento y lo que sería la ultima bajada antes de llegar a Coyhaique, logro comer una fruta y con mi colega Rulo nos dábamos ánimo, decíamos: “no queda nada, vamos que llegamos”. La verdad, ya el estómago no importaba y las emociones comenzaron a aflorar, si bien el camino de ripio era bastante malo, estaba en descenso por lo que había que aprovecharlo. Llegamos al desvío final camino a Coyhaique, sabiendo que quedaban los últimos kilómetros, con las imágenes de la carrera en la mente, haber superado el día más dificil para mi debido a mi dolor de estómago; las emociones me abrumaron, alguna lagrima salió por mis ojos y comencé a pensar en mi Familia, en lo importantes que son, en que si bien uno hace esto por uno, de alguna u otra forma todos ellos son parte de este camino y agradecía constantemente en poder contar con ellos que estuvieron atentos de mi en todo el trayecto. Mi señora, mis 3 hijos, mis padres, mis hermanas y mi cuñada, se me pasaron miles de emociones por la cabeza, hasta que llegue a la meta donde la gran gravel academy nos estaba esperando con bombos y platillos permitiendo cerrar lo que fue una aventura de un año con un broche de oro, doy gracias por pertenecer a esta gran familia de Graveleros y lo bacanes que son.





Quizás se me quedan cosas en el tintero, pero fui lo más honesto y conciso que pude en este relato. Finalmente, creo que Across Andes es algo que hay que vivir, te lo cuentan, pero la verdad vivirlo desde tus propias sensaciones es otra cosa, realmente es algo precioso, aprendes a conocerte y donde están tus límites. ¡Gracias por leer hasta aquí, un abrazo!





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