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Relato de Across Andes 2023 x Francisco Sepulveda / Gravel Academy




Noviembre 2023, Coyhaique Chile.



Uff!!! Estaba muy ansioso mientras preparaba la bici, no dejaba de pensar en lo que tenía por delante, una de mis más grandes hazañas, Across Andes 2023. Esta vez tocaría rodar por la Patagonia, una increíble y desafiante aventura. Me costó mucho dormirme y me desperté antes que sonara el despertador… y dije “ya estamos!!! … llego el día”.



El único plan que tenía el primer día era llegar al CP1, ya que lo desolado del lugar no daba paso a otra cosa, la ruta tuvo un comienzo tranquilo, el clima acompañaba. Al llegar a El Blanco era el último punto para abastecernos, desde ahí comenzamos a subir junto a Rulo hacia la pampa, otra belleza y otro clima; viento, lluvia y el frio comenzaba a tomar el protagonismo. Los últimos 20 kms fueron rudos, con frio, mojado y con 200k ya en la espalda. Finalmente lograríamos llegar al primer gran objetivo, la “Hacienda Ñireguao”.





Una vez en el CP1, nos cambiamos de ropa, comimos con la idea de seguir, pero la información del mal tiempo y bajas temperaturas me hicieron pensar muchas cosas, avanzar igual, abandonar o seguir al otro día. Decidí darme un tiempo y meditar mi decisión, logre dormir un par de horas, y dentro de estas dudas y emociones, conversamos con 3 Académicos (Rulo, Feña y Felipe) y decidimos avanzar juntos hasta el siguiente pueblo Mañihuales.



Partimos 8am, sin lluvia lo que duró bastante poco, porque de un minuto a otro estaba todo mojado, serpenteando curvas y disfrutando de las bajadas, después de 4 horas llegamos a Mañihuales y nos refugiamos en el hostal Ruta7. Aquí pude secar ropa y comer un plato de comida, también fue el lugar donde definimos la estrategia que tomaríamos, paso a paso, pueblo a pueblo y como hoja de ruta el estado del clima.



Luego de esta parada muy necesaria nos volcamos nuevamente a la ruta con un tramo de asfalto, lluvia y frio que no dio tregua, fue una de las jornadas más dura y difíciles. El frio comenzó a penetrar no solo en el cuerpo, también en la cabeza. Pensé mil cosas, incluso mandar todo a la cresta, pero recordé las palabras de Tomas "comer, comer, comer". Finalmente, llegamos a la hostal de Villa Amengual con la grupeta, descansamos, secamos ropa, comimos y planificamos un el próximo día, el cruce del Queulat y el objetivo final CP2. El pronóstico del clima esta vez estaba a nuestro favor, así que, a las 6am decidimos comenzar a recorrer este largo día, de más de 200km hasta Lago Verde (CP2).



Largamos a la hora propuesta, el día partió con la mítica trepada al Queulat, más de 10 kms con ventanas de pequeños rayos de sol, las vistas eran increíbles, esto paga todo lo demás, una vez en la cumbre, disfrutamos con el equipo lo bello del lugar, nos abrigamos y comenzamos a bajar por un camino muy distinto al anterior, de tierra y con muchas curvas. Después de haber descendido, comenzó a caer algo de agua, ya estábamos muy cerca de Puyuhuapi y antes de llegar la Patagonia nos tenía otro regalo, poder apreciar el imponente Ventisquero, que se dejó ver al lado derecho, incluso con algunos rayos de sol, fue un momento muy bello y emocionante, agradecí, agradecí y agradecí. En especial a Michell, mi compañera, sin ella esto no sería posible, el poder estar en un lugar increíble haciendo lo que más me gusta, fue un momento que aún me emociona cuando lo recuerdo.



Finalmente, bordeando el fiordo llegamos a Puyuhuapi, aquí buscamos algo para comer rápido y poder seguir a la Junta. Luego de esta parada reponedora salimos raudos a la Junta, solo asfalto, lo que lo hizo un tramo mucho más rodador y bello, bordeando lagos, cruzando ríos y una vegetación exuberante.



En eso, las emociones una vez más se hacían presente, comienzo a escuchar gritos de aliento "ejale, ejale, vamos mierda", “mueve la raja”, era Antonio y Javier que viajaron más de 200 kilómetros para darnos esa arenga camino a la Junta, fue muy lindo verlos y sentir toda esa fuerza en medio de este paraje. Llegamos a la Copec de la Junta, otra parada rápida para comer, recargar agua y energía, ahora tocaba la última parte de la ruta del día, llegar a Lago Verde, unos 77 km de puro y buen gravel. Pero esto siempre trae sorpresas, los primeros 14 km tenía un ripio muy suelto ya que estaban reparando el camino, pasado este tramo, la belleza del lugar comenzó a inundarlo todo. Las montañas gigantes, cubiertas de una vegetación frondosa, prístina y acompañada siempre por el Río Figueroa, imponente y poderosa. El camino era un subir y bajar, lo que era entretenido y a su vez agotador, en un minuto y según mi sensación llevaba mucho rato pedaleando y pensaba “falta poco!!!, algo así como 20km” y aparece un letrero que dice 40km a Lago Verde. Qué!!!! Bueno a seguir disfrutando. Finalmente, antes de llegar al pueblo me enfrento a una recta de muy buen gravel y con toda la ganas de llegar lo más rápido posible.






Luego de las 21 hrs llegué al CP2 marque la tarjeta brevet y nos dispusimos a secar la ropa, bañarnos y comer algo. Buscamos un lugar para dormir con la grupeta y definir lo que se nos venía. Sería un día tranquilo, el objetivo es sería llegar a Puyuhuapi. Nos levantamos con calma, disfrutamos de un rico desayuno y partimos camino a La Junta, la ruta fue entretenida con tramos muy rápidos donde mi bici lo sintió, después de comerme una curva de calaminas (comenzó un pequeño ruido en la rueda trasera y quedó con un pequeño juego), una vez en la Junta pasamos por comida y seguimos hasta Puyuhuapi, ahora la belleza del lugar se aprecia desde el ángulo contrario lo que le da al camino toda una nueva experiencia.



La estrategia del último día estaba definida, saldríamos temprano para subir el Queulat, llegar a Mañihuales y por último Coyhaique a la esperada meta. El clima fue ideal, algo de nubes por la mañana, perfecto para la trepada de 5k al Queulat, la subida fue divertida ya que con el Potro (Juan Felipe) nos fuimos desafiando y al llegar a la cumbre, el cielo se comenzó a despejar, la bajada fue muy rápida, a esta altura del viaje la rodilla ya comenzaba a molestar (ni la crema para caballo del potro funcionaba), en Amengual rápidamente pasamos por comida, toda la ruta fue muy fluida, el cielo se despejó por completo y el sol por fin era protagonista. Ya en Mañihuales, comimos, cargamos agua para afrontar el último tramo de gravel para llegar a Villa Ortega, los primeros km fue todo con viento en contra, brutal!! Eso duró, hasta que llegamos al camino de tierra, cuando comenzaba a disfrutar de la ruta esta nuevamente se vuelve algo áspera , una recta interminable con una pendiente de 3% que se me hizo eterna, el cansancio no me dejaba avanzar demasiado, tenía que parar para recuperar energía y darle descanso a mi rodilla izquierda, una vez más el bálsamo era el paisaje, la belleza de las montañas nevadas los prados verdes le daban la bienvenida a Villa Ortega, sumado esto un pavimento ideal, sin saber que aún quedaba unos kilómetros de tierra con ripio del terror, estos últimos km además de lo duro fueron muy peligroso (por los vehículos que pasaban a toda velocidad, y el polvo que se levantaba con el paso de ellos). En ese momento veo un ciclista en la orilla, el Potro que había pinchado y estaba poniendo cámara, paré para poder ayudarlo y continuar hacia la meta. Terminada esta parte de ripio y perfilarnos hacia Coyhaique fue una explosión de emoción, el objetivo propuesto hace más de dos años estaba a punto de cumplirse, comenzó una bajada tremenda, divisando por fin la ciudad, pensando en todos los que fueron parte de esta aventura, cruzar el río Simpson, ver la meta y a toda la Academia esperando, incluso con los que nos siguieron desde Santiago día a día fue realmente bello, el cariño de la comunidad en estos 860km siempre estuvo presente.





Across Andes es una experiencia increíble y todo lo que me contaron se queda corto con lo bello de vivir una carrera de este tipo, donde el apañe de los tres locos, Rulo, Feña y Juan Felipe le dio un condimentó realmente inolvidable, compartir con ellos cada final de jornada era volver a los tiempos del colegio donde todo era risa y disfrute.



Por último, agradecer a mi Familia Michell, Paz y Martín ellos son sin duda parte esto. ¡¡¡A la Gravel Academy!!! Por todo lo entregado durante este año, cada salida es un aprendizaje y a Tomás por su tremenda generosidad en compartir toda su experiencia, conocimiento y en hacernos disfrutar cada km de gravel.




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