… Cae siete veces y levántate ocho…
Muchos me conocen de las tantas veces que he intentado terminar Acrossandes, 2021-2022-2023, todas DNF. Cada una con su historia, pero esta última fue diferente.
Comienza en diciembre 2022, cuando aún me encontraba asimilando mi segundo DNF en la Araucanía, cuando aparecen las inscripciones para la versión 2023. Tenía una sensación de que este desafío no estaba perdido, que aún tenía fuerza, templanza, que aún podía dar más. Todo el aprendizaje detrás de estos desafíos me permitió no dudarlo e ir por más, me inscribí.
Durante los meses de enero y febrero trabajé en la recuperación de mi cuerpo y mente, para en marzo continuar con los entrenamientos necesarios para lograr este nuevo desafío, debía considerar algo más, esta vez se duplicaba la dificultad. Primero se realizaba en un lugar desconocido para mi y segundo el clima era muy rudo, tenía claro que el viento y la lluvia serían preponderantes a la hora de correr.
Ante este panorama, me preparé tanto física como mentalmente para enfrentarlo de la mejor manera. Me asesoré, me equipe con ropa más técnica, trabaje con el frío en mi mente, trabaje nuevas técnicas en el gravel (debía evitar que ocurriera una caída, como ocurrió el año anterior).
Me sentí segura y tranquila para enfrentar lo que venía, estaba preparada, fueron 9 meses de ardua preparación, pero una decisión errada durante la carrera me dejó sin posibilidad de terminar.
Día 1: El clima amaneció muy frío, algunas gotas caían al momento de la partida, estaba muy concentrada para que saliera todo bien, la ruta comenzaba con una cuesta corta pero intensa, de pronto un corredor cruzó su bici y me tumbó al suelo, sin pensarlo, me paré lo más rápido que pude, la idea era no desprenderme del grupo, intenté avanzar a más velocidad, pero no pude, para variar mi GPS no encontraba la ruta y en el primer cruce tomé el lado equivocado. Me llevó a otra ruta con pendiente, cuando logré darme cuenta me devolví, en ese momento ya no veía a nadie y nuevamente entendí que correría sola durante toda la carrera. Cuando llegué al km 60, El Blanco, trate de comer algo, conversé con carabineros y me dijeron que comenzaría a llover tipo 3 de la tarde, entonces me apresure para llegar a buena hora al refugio de Coyhaique Alto en km 140. Cuando comenzó a llover me cubrí con la ropa impermeable que llevaba, ya venía el atardecer y la lluvia no cesaba, pero se ponía peor, comenzó un fuerte viento que mientras más ascendía era más intenso, comencé a preocuparme luego que una patrulla me advirtiera que más arriba estaba muy malo el clima, continué mi viaje y a unos 5 km antes del retén otra patrulla me detuvo en la ruta, me retuvieron en el retén, ya que era peligroso seguir en esas condiciones. Agradezco que lo hicieran porque realmente el viento era terrible.
En el retén me atendieron con café y pan, me ofrecieron pasar la noche en el lugar, instancia que aproveché para secar mi ropa y dormir.
Día 2 : Configure mi alarma para levantarme a las 4 am, aún llovía , pero el viento había disminuido, era una oportunidad para avanzar, me abrigue y comencé un nuevo día rumbo al PC1 en Ñirehuao, este punto cerraba a las 18 hrs. Siendo aún de madrugada comenzó a amanecer, en ese momento poder apreciar todo nevado y que no llovía, sino que nevaba, fue tan hermoso, momentos inolvidables, que quedarán guardados en mi mente, ver cómo la naturaleza nos muestra su inmenso poder, me sentía afortunada de vivir todo esto. Cuando pasaba por la pampa corría un fuerte viento de frente que hizo que mi pedaleada fuese más lenta, era cómo subir una cuesta interminable que retraso mi hora de llegada, sabía que era la última corredora, pero estábamos a tiempo. Cuando llegue al PC1 para mi sorpresa, no había nada, ni banderas, ni comida, ni ánimos, solo me esperaba la dueña de la estancia para marcar mi tarjeta, me sentí mal por ello, ya que estaba dentro del tiempo, y siempre he creído que la fiesta termina cuando se va el último invitado, pero bueno no era algo que podía controlar así que no deje que eso me afectara, debía mantenerme fuerte. Me di cuenta que el cable del teléfono con la lluvia se echó a perder, no podía cargarlo, eso era una complicación más, quería mantenerme en contacto y llevaba más de 48 horas incomunicada.
En el PC1 me dijeron que muchos corredores se habían retirado a causa del frío y la lluvia, me sorprendió mucho esa información, pero traté de no darle mucha importancia, debía mantenerme enfocada, descanse un rato y reinicie mi camino. El plan era llegar ese día a Mañihuales, iba como siempre disfrutando el camino, llegue tipo 21:30 horas, seguía lloviendo intensamente, por lo que me refugié en el primer lugar que encontré, comí, seque ropa y descanse para continuar temprano en la mañana.
Día 3: Luego de descansar, salí a las 4 de la mañana con rumbo a Amengual, pasé a la Copec de Mañihuales con la esperanza de encontrar un cable para cargar mi teléfono, saber cómo iban mis amigos de la academia y enviar mensajes a mi familia para avisar que estaba muy bien.
Mi plan era rodar todo el día y parte de la madrugada hasta La Junta. Seguía lloviendo, pero por alguna razón yo no sentía frío, en la ruta comencé a cruzarme con otros corredores, situación que me llamó mucho la atención, yo juraba que detrás mío no venía nadie más, pero no fue así y comencé a no sentirme tan sola, descansé un ratito para tomar un chocolate caliente, secar mi ropa y zapatos para pasar Queulat lo más seca posible y así no pasar mucho frío. En ese trayecto me encontré y conocí a Javiera Sepulveda, cruzamos unas palabritas y en ese momento escucho unos gritos que me decían, ¡Vamos Pao!, ¡Vamos con todo!, me volteo y veo a tres chicos de la academia y me contaban que habían abandonado, mayor fue mi sorpresa!!. No lograba entender, seguí porque quería pasar rápido la cuesta, un lugar hermoso, un paraíso de verdad, la lluvia, el viento!, las pendientes!, Uf!, no quería detenerme. Sólo lo hice para tomar una foto e inmortalizar ese momento. Pensaba y me preguntaba si aquello que estaba viviendo era un sueño, en ese momento lloré y lloré de la emoción (aún lo hago cuando estoy escribiendo estas líneas), no era de pena, eran lágrimas de alegría por lograr esta que ya era una hazaña. Al fin termine la cuesta, luego comenzaba la bajada, ¡que felicidad!, ¡oh no! ahora venían las curvas de gravel!! En ese justo momento quise dejar pasar un camión que venía tras de mí, pero el chofer dejó que yo avanzara primero, no me estaba haciendo un favor, pero me hice la valiente y me lance, en esos momentos solo repetía en mi cabeza “baja controlada “ , “tu controla los frenos”, “despacio “, cada palabra, cada frase que me repetía Tomás en los taller y salidas de la Academia, las lleva a cabo al pie de la letra. Detrás mío venían dos camiones y algunos autos, una vez bajado el caracol me hice a un lado y los dejé pasar, fue muy emocionante cuando me tocaron las bocinas para saludarme, esas roncas bocinas de camiones, por un momento me sentí tan especial que me llenó de orgullo. Ahora venía un largo camino hasta Puyuhuapi, por ahí crucé con la corredora que venía en primer lugar Ashley, prácticamente me estaba sacando una vuelta (después supe que se retiraba un poco más adelante). Hasta ese momento yo estaba haciendo mi carrera, por lo que seguí mi camino.
El entorno de la ruta era realmente bello, por un lado, unos farellones gigantes, forrados de nalcas gigantes y finas cascadas que me acompañaron hasta el atardecer. Estar en ese lugar con esa vista era ya de por sí un sueño.
En un punto de esta ruta, vi un auto detenido más adelante que me gritaban nuevamente, ¡vamos Pao!, ¡Vamos con todo!, pude divisar en el auto a Tomas que había abonado, me dio mucha pena, pero me di cuenta que yo iba bien, enterita de mente y cuerpo, fue un golpe de ánimo que me reanimó, renovó mis fuerzas y determinación para esta vez conquistar lo más deseado para mí, terminar Across Andes. Alrededor de las 21:30 hrs llegué a Puyuhuapi, decidí continuar y no detenerme en ese pueblo. Antes de comenzar la cuesta que venía, comí un snack, hablé con Iván contándole que iba a pedalear de noche, que llegaría a La Junta tipo 2 am, a comer y descansar para luego comenzar a subir hacia Lago Verde. Desde la junta hasta allá necesitaba 7 horas para lograrlo, aún podía, por lo que estaba determinada a hacerlo.
En ese momento todo iba según mis planes, reviso mis mensajes del teléfono (cosa que hago muy poco durante pedaleo) y leo uno donde decía que Javi no quería pedalear sola de noche, y que fuésemos juntas, ella estaba en Puyuhuapi, me sorprendí, y también me preocupe. Aparecieron instintos maternales, lo que me hizo dar la vuelta e ir en ayuda de ella, cenamos algo, ella se sentía mal, estaba resfriada, probablemente por el frío y la lluvia, (la Javi es muy dulce, jovencita y valiente a la vez). Ese fue mi momento de quiebre, donde las emociones fluyen a mil por hora, donde por un segundo tu mente se bloquea y haces que tomes decisiones, buenas o malas (depende el punto de vista que se mire), decidí continuar, pero luego decidí esperar a que Javi estuviese mejor, esperaríamos hasta las 3 de la mañana para partir. Pero lamentablemente no pudo recuperarse, entonces yo inicié mi camino, aún sabiendo que ya no alcanzaría. La ruta estaba muy dura, esta era más bien un tobogán interminable. No me quedaba nada por llegar a La junta, tardé casi 5 horas, pero aun así me faltaría tiempo para lograr el objetivo. Fue ahí cuando vi la camioneta de la organización, en ese momento rompí en llanto porque sentí que nuevamente se me escapaba el desafío. Llegaría tarde al PC2, ya no tenía sentido continuar, es probable que nuevamente no hubiese nadie y quedaría eliminada de igual forma.
Una vez más falle, logré sortear muchos obstáculos; el frío, el viento, la lluvia, la nieve, la soledad, la presión de abortar la carrera, me resistí a recibir ayuda, de que por lástima o por preocupación innecesaria me llevarán en vehículo, por esto mantengo mi orgullo en alto, ya que a pesar ser un DNF más, no me rendí, luché hasta el final.
Lo que sí hice fue cambiar mis planes y lo hice por un motivo mayor, del que no me arrepiento. Me siento tranquila por haber estado al lado de quien necesita una mano.
Solo Dios sabe porque pasan las cosas, tal vez ese “mensaje”, fue en el momento preciso para evitar quién sabe qué.
Pero lo que tengo claro es que, si no se pudo ahora, si no se pudo antes y antes, vendrán una, dos y tres más, por qué eso es lo que he aprendido en la vida, siempre habrá más oportunidades, es solo buscarlas y jugársela.
Comencé está historia con un proverbio ruso, que enfatiza la importancia de la resiliencia, la determinación y el espíritu indomable de nunca rendirse, de no importar cuántos reveses y fracasos experimentemos. Con cada caída ganamos experiencia valiosa y estamos mejor equipados para superar obstáculos en el futuro.
Así qué Across Andes no me rendiré, me volveré a levantar, volveré a luchar, volveré a soñar para lograr el éxito anhelado. Si bien este año se ve difícil por un tema de presupuesto y una lotería, que más bien me parece una selección, dudo ganarme el premio esta vez.
Doy gracias a todos los nuevos amigos que he encontrado en este proceso, a la Academia por todo su apoyo, haciéndome sentir como de igual a igual, querido Tomi gracias por confiar en mí, ya lograré esta mierda ¡algún día!, a la Carola que me trajo de La Junta, a todos, los quiero mucho.
También agradecer a mi familia por aguantarme tres años en esta locura, quería darle este regalo a mi hijo y en especial a mi mamita hermosa, quería que se sintieran orgullosos de mí.
Un agradecimiento especial a @islacastagnoli por estar siempre apoyándome, también un abrazo a todas las mujeres, de todas las comunidades que siempre me están apoyando, aquellas que después de criar no encuentran un sentido a la vida, aquellas mujeres que no se atreven a andar solas por temor al ridículo o que consideren que ya es tarde para nosotras, les digo una cosita “nunca es tarde para volver a comenzar, para reencontrarte contigo misma, para creer que puedes cumplir con muchos desafíos, atrévanse y salgan de ese hoyo profundo y verán que hay un universo de amor y amistades por conocer.
“NO IMPORTA LO LENTO QUE VAYAS, SIEMPRE Y CUANDO NO TE DETENGAS."
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